El Templo del Fuego Ateshgah, ubicado en el asentamiento de Surakhani cerca de Bakú, Azerbaiyán, es una joya arquitectónica impregnada de antigua historia religiosa. El templo, conocido por su llama eterna alimentada por respiraderos de gas natural, ha sido un faro de adoración para los zoroastrianos y hindúes durante siglos.
Los orígenes del Templo del Fuego Ateshgah se remontan a la época en que el zoroastrismo era la religión dominante en la región. Los zoroastrianos han venerado el fuego como un símbolo de pureza y luz divina, y las llamas naturales en el sitio atrajeron a adoradores de lejos y de cerca. Con el tiempo, el templo evolucionó a medida que comerciantes y peregrinos compartían historias del fuego milagroso.
Construido en los siglos XVII-XVIII sobre los cimientos de un templo anterior, el Templo del Fuego Ateshgah tiene una estructura pentagonal única con un altar central que alberga el fuego eterno. El complejo también incluye habitaciones de huéspedes tradicionales, celdas para peregrinos y un pozo para la sagrada quema de los muertos.
Aunque el suministro de gas natural del templo cesó a mediados del siglo XIX, lo que provocó la partida de sus adoradores, el Templo del Fuego Ateshgah sigue siendo un notable testimonio de la historia religiosa entrelazada de zoroastrianos e hindúes en Azerbaiyán. Hoy en día, los visitantes del templo pueden presenciar la maravilla de su llama eterna artificial y sumergirse en las antiguas tradiciones que una vez florecieron en este espacio sagrado.