El período moderno temprano en Georgia fue un tiempo de cambio y agitación significativos, marcado por la dominación persa que remodeló el paisaje político, cultural y social de la región. Este período vio la fragmentación del Reino Georgiano, el ascenso y la caída de gobernantes locales, y la creciente influencia de imperios vecinos. Aquí, exploramos las intrincadas dinámicas de la dominación persa en Georgia, examinando sus impactos y las respuestas que provocó en la población georgiana.
Fragmentación y dominación extranjera
A mediados del siglo XV, la mayoría de los estados vecinos de Georgia habían desaparecido, dejándola aislada y vulnerable. La caída de Constantinopla en 1453 cortó aún más las conexiones de Georgia con Europa, iniciando un período de declive y fragmentación. Esta era vio la división del Reino Georgiano en varias entidades más pequeñas: los Reinos de Kartli, Kakheti e Imereti, y los Principados de Guria, Svaneti, Meskheti, Abkhazeti y Samegrelo. Esta desunión convirtió a Georgia en un objetivo fácil para los imperios más grandes que buscaban expandir su influencia.
El siglo XVI fue testigo de la creciente influencia de las fuerzas turcas e iraníes en la región. La Paz de Amasya en 1555, un tratado entre los otomanos y los safávidas tras la Guerra Otomano-Safávida, delimitó esferas de influencia en Georgia, asignando Imereti a los turcos y Kartli-Kakheti a los persas. Sin embargo, este arreglo fue efímero, ya que los otomanos intentaron sobrepasar la influencia persa, lo que llevó a un conflicto renovado. Al final de la Guerra Otomano-Safávida en 1603-18, los persas safávidas habían restablecido el control sobre la mayor parte de Georgia.
Período de revueltas y represión
Durante los siguientes 150 años, Georgia fue un campo de batalla para varios conflictos internos y externos. Mientras que algunos nobles georgianos aceptaron el dominio persa, otros lideraron rebeliones en su contra. Uno de los incidentes más notables fue en 1616 cuando el Shah Abbas I de Persia, en respuesta a una revuelta georgiana en Tbilisi, ordenó una masacre punitiva que resultó en la muerte de un estimado de 130,000 a 200,000 personas. Esta dura represión llevó a la deportación de miles de georgianos a Persia y a la brutal ejecución de la Reina Ketevan por su negativa a renunciar al cristianismo. Para el siglo XVII, la guerra constante había sumido tanto a Georgia oriental como a la occidental en la pobreza.
Reformas y Recuperación Parcial
A principios del siglo XVIII, se observó una recuperación parcial en la región de Kartli, la zona georgiana más políticamente dominante. Vakhtang VI, quien reinó en este período, fue reconocido por sus esfuerzos en la reforma legal y la mejora económica. Estableció la primera imprenta en lengua georgiana en 1709, marcando un avance cultural significativo.
Hegemonía persa y resiliencia georgiana
Tras la desintegración del Imperio Safávida, Georgia se encontró una vez más atrapada entre grandes potencias. El Tratado de Constantinopla en 1724, firmado por los otomanos y los rusos, dividió grandes partes de Persia, incluida Georgia. Sin embargo, el dominio persa se restableció rápidamente bajo Nader Shah de Irán en 1735. A pesar del pesado tributo impuesto por Nader Shah, Teimuraz y Heraclio de la dinastía Bagratid permanecieron leales a él, en parte para frustrar el regreso de la rama rival Mukhrani. El reinado de Nader Shah vio la integración de Georgia en la política persa, con Teimuraz y Heraclio siendo otorgados los reinos de Kartli y Kakheti, respectivamente.
Giro hacia Rusia y el Tratado de Georgievsk
Para 1762, Heraclio II había sucedido a Teimuraz II como Rey de Kartli, uniendo políticamente a Georgia oriental por primera vez en tres siglos. Enfrentando amenazas de las fuerzas otomanas y persas, Heraclio II buscó protección rusa. En 1783, firmó el Tratado de Georgievsk con Rusia, estableciendo Kartli-Kakheti como un protectorado ruso. Este tratado marcó un cambio significativo, ya que Georgia se alejaba de la influencia persa hacia la soberanía rusa. Sin embargo, esta alianza no impidió la invasión de 1795 por el Shah persa Agha Mohammed Khan, quien estaba enfurecido por el Tratado de Georgievsk. Capturó y destruyó Tbilisi, restableciendo temporalmente el dominio persa sobre Georgia.
Influencia rusa y el fin de la dominación persa
A medida que avanzaba el siglo XVIII, la influencia de Rusia en los asuntos georgianos se volvió cada vez más pronunciada. El Tratado de Georgievsk, aunque inicialmente proporcionó cierta medida de seguridad, finalmente condujo a una mayor interferencia rusa en la política georgiana. El tratado confirmó la ruptura de Georgia con la soberanía persa y estableció la necesidad de la confirmación e investidura rusa de los monarcas georgianos. Sin embargo, la participación de Rusia en la Guerra Ruso-Turca y su posterior retirada de tropas dejaron a Georgia vulnerable. Esta vulnerabilidad fue explotada por Agha Mohammed Khan de Persia, quien, en 1795, invadió Georgia, capturando y quemando Tbilisi hasta los cimientos. Este acto marcó una reafirmación del dominio persa, aunque brevemente, sobre el territorio georgiano.
La Lucha por la Independencia
A pesar de la abrumadora fuerza de las tropas persas, Georgia continuó luchando por su independencia. Erekle II, el rey de Kartli-Kakheti unificado de 1762 a 1798, fue una figura clave en este período. Hizo un esfuerzo valiente por resistir la dominación persa, uniendo el este de Georgia por primera vez en siglos. El reinado de Erekle estuvo marcado por un acto de equilibrio entre buscar apoyo ruso contra las amenazas otomanas y persas y mantener la soberanía georgiana. Este delicado acto de equilibrio fue un testimonio del complejo entorno geopolítico de la región y de la resiliencia del espíritu georgiano frente a la dominación extranjera.
Impacto cultural y económico
El período de dominación persa en Georgia tuvo impactos culturales y económicos significativos. Las repetidas invasiones, conflictos y agitación política llevaron a una pobreza generalizada y un declive económico. Viajeros como el francés Jean Chardin, que visitó la región en el siglo XVII, notaron las duras condiciones de los campesinos, la arrogancia de los nobles y la ignorancia del clero. Esta degradación social y económica fue una consecuencia directa de la guerra incesante y la inestabilidad política que caracterizaron esta época.
Resiliencia y adaptación georgiana
A lo largo de la era de dominación persa, el pueblo georgiano mostró una notable resiliencia y adaptabilidad. Figuras como Vakhtang VI, que intentó mejorar las condiciones legales y económicas, y Erekle II, que buscó unificar y proteger a la nación, son emblemáticas de la respuesta georgiana a la dominación extranjera. Sus esfuerzos en cultura, gobernanza y diplomacia destacan el espíritu perdurable de resistencia georgiana y el deseo de autodeterminación frente a adversidades abrumadoras.
El Cambio hacia la Protección Rusa
La firma del Tratado de Georgievsk en 1783 marcó un cambio significativo en la política exterior de Georgia. Al alinearse con Rusia, Georgia esperaba asegurar protección contra las incursiones persas y otomanas. Este tratado representó un movimiento estratégico por parte de los líderes georgianos para navegar el complejo panorama geopolítico de la época. Sin embargo, este cambio hacia la protección rusa más tarde allanaría el camino para un tipo diferente de dominación extranjera, ya que Rusia extendió gradualmente su control sobre los territorios georgianos.
Conclusión
La era de la dominación persa en Georgia fue un período tumultuoso marcado por conflictos, intercambios culturales y importantes reconfiguraciones políticas. Fue un tiempo en el que la resiliencia georgiana fue puesta a prueba hasta sus límites, y la identidad cultural y política de la nación se forjó en el crisol de la dominación extranjera. El legado de esta era es evidente en el espíritu perdurable del pueblo georgiano y su continua búsqueda de soberanía y autodeterminación.